¡Seamos responsables al mundo!

Ayer mi novia y yo fuimos juntos a un restaurante para almorzar. En la comuna de San Miguel en la calle José Joaquin Vallejos está el restaurante «Tia Nea». Es muy pequeño y familiar, los mozos muy amables y los almuerzos son muy económicos. Como había mucho sol comimos afuera en la terraza. Cuando masticaba mi pollo con arroz de repente tres adolescentes pasaron en la vereda frente al restaurante. Dos de ellos se golpearon, el tercero miro en nuestra dirección y pude ver en sus ojos que no sabía que podía hacer. En el primer momento pensé que la escena sería solo un espectáculo – pero después del siguiente golpe comprendí: Era real.

Corrí a ellos para separarlos y terminar la pelea. Cuando era un joven una vez cuadro otros me habían golpeado en una estación de metro porque estaban aburridos. No tuve una oportunidad contra ellos. De los al menos 30 espectadores nadie me ayudo. Todos solo vieron la escena. En el momento cuando veía el combate supe que quería no ver, sino ayudar. Di orden al tercer adolescente a apoyarme y poco después habíamos separado a los luchadores. Se tranquilizaron y fueron en distinto direcciones.

Después mi novia estuvo enojada conmigo porque estaba una situación peligrosa: Los luchadores podrían tener un cuchillo o una pistola. Me dijo que no es raro en Chile. Probablemente tenía razón. Conocía su país mucho mejor que yo. Y no había pensado en esa oportunidad.

Pero todavía pienso, que es siempre mejor hacer algo que solo ver. Aceptamos tantas injusticias en el mundo cada día: desde la injusticia contra un colega de trabajo hasta la pobreza del mundo. En mi país hay un dicho: “Quien quiere ganar algo busca un camino, quien quiere impedir algo busca una razón.” Siempre hay razones por hacer nada. Buenas razones. Pero nada va a cambiar cuando solo aceptamos que pasa. ¡Creamos en un mundo mejor! ¡Cambiemos el mundo al menos un poco! ¡Seamos responsables!

¡Y si no querríamos separar los luchadores nosotros al menos llamemos los carabineros!

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