Un agradecimiento a los abuelos

Voy a hablar de los abuelos. Es un tema fácil – porque todos tienen abuelos – y difícil al mismo tiempo – porque como puedo contarles que no ya saben. Un mes atrás estuve en Georgia – el país. Nunca estaba en Georgia antes ni sabía mucho del país ni su historia ni su costumbres. Pero por eso me gusta viajar: para aprender de otra gente y de su culturas distintas. En Georgia encontré una tradición muy linda ellos tenían por la cena en las fiestas familiares o cenas con los amigos: (fue) el costumbre del brindis. Me enteré de las reglas habían en Georgia y como los hacían:

  • Con el primer brindis agradecían la paz y la vida en libertad a dios y además daban las gracias a dios por tenían suficiente para comer y por ser sano.
  • El segundo brindis era a la familia: tributaban respeto a los abuelos quien preparaban los condiciones de nuestra vida, agradecían la vida y la paz de la familia a los padres.
  • En el tercero brindis hablaban de una cosa que fue importante en su vida en ese momento.

Después mi anfitrión me explico los brindis y la tradición pensé sobre la relación a mis abuelos y su vida por la primera vez. Ellos nacieron en los vientes del siglo pasado. Eran jóvenes cuando Alemania libró la guerra más horrible de toda la historia. Mis abuelos nunca apoyaban la guerra pero tuvieron que compartir en esa. El padre de mi padre camino miles de kilómetros después su cautiverio de guerra de Rusia a Alemania y busco por meses para reencontrar su esposa. Los dos no sabían por años si el otro sobrevivió. Cuando el padre de mi madre regresó de su cautiverio encontró su casa destruido de bombas. Nadie de su familia o su parientes sobrevivió el bombardeo aéreo a su ciudad Würzburg el 16 de Marzo de 1945 – menos que solo dos meses antes el fin de la guerra. Hoy no puedo prefigurarme como ellos se sintieron cuando regresaban a un país destruido y sin esperanza. Mucha gente se murió por la situación en vano después la guerra. Pero mis abuelos no lo hicieron. Seguían buscar opciones para sobrevivir. Seguían reconstruir sus casas. Creaban Alemania de hoy. Preparaban una vida mejor para su hijos y para mí.

Creo en Georgia entendí por la primera vez que debo tanto a mis abuelos. Por eso fui a mi abuela cuando regresé de Georgia para hablar con ella. No hablaba con ella por seis años por una pelea muy insignificante. Agradecí todo a ella y tributé respeto a los logros de su vida.

Hoy quiero invitarles a pensar de lo mismo y a agradecer a sus abuelos también – cuando todavía viven.

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